mercredi 11 février 2009

Ricardo Sumalavia: En busca el hermano (literario) perdido

Por Iván Hernández

En Que la tierra te sea leve, de Ricardo Sumalavia, recientemente publicada por Bruguera, se desarrollan dos historias que tienen como eje común la búsqueda del hermano. La primera transcurre en Lima y en ella un hombre intenta encontrar al hermano perdido. En la segunda se habla de un joven escritor que, a través de crónicas, pretende recuperar a su hermano literario, al que lo une a su vez a la tradición literaria. En esta entrevista nos habla sobre su novela y de algunos de los nombres de la tradición a los que se siente próximo.
-Las primeras páginas de Que la tierra te sea leve parecen más el establecimiento de un espacio que un mero principio de novela, y en uno de tus libros anteriores Habitaciones, (habitacioneslibro.blogspot.com) los espacios cerrados son centrales. Además de contar por qué ha subsistido este interés en tu obra, ¿qué otros autores crees que comparten esto y cómo lo tratan?
-Sin lugar a dudas hay un plano inconsciente en mi predilección por los espacios cerrados. Antes de Habitaciones, incluso, escribí una breve pieza de teatro, muy a lo Samuel Beckett, que transcurre dentro de una caja de cartón. Cuando se representó, los actores apenas podían moverse. Fue muy divertido.Si trato de hallarle una razón, pues me remontaría a mi infancia, viviendo en un edificio con muchos apartamentos, todos idénticos. Sin embargo, desde pequeño intuí que dentro de cada apartamento pasaban cosas muy distintas a las que ocurrían con mi familia. Me refiero a que cada familia albergaba un misterio. La mía también, claro. No por nada oía repetidas veces esa expresión popular de “la ropa sucia se lava en casa”. Y, claro, como siempre he sido curioso y no podía saber qué pasaba dentro de esos espacios, pues opte por reconstruirlos, pero dejándoles esos misterios adheridos en las paredes, en el pasado de esas paredes.Por otro lado, para nadie es sorpresa saber que todo lo relativo a habitaciones, corredores, edificios, representan la mente humana, con sus espacios abiertos y otras puertas selladas.
En cuanto a autores y libros que me han atraído por temas similares, pues mencionaría Aura de Carlos Fuentes, El obsceno pájaro de la noche de José Donoso, cuentos de Bruno Schulz (diría también sus dibujos), el ya mencionado Beckett, y destacaría también al poeta vanguardista peruano Martín Adán, quien en su única novela La casa de cartón vio a la ciudad de Lima como una gran casa cerrada. Con todos estos antecedentes, me pareció normal abordar mi primera novela con el reconocimiento de un espacio cerrado, aunque mejor sería decir que los personajes le reasignan una significación, muy distinta, a cada espacio. Espacios que existen al ser nombrados, invocados.
-Otro gran espacio es la ciudad. Configuras una Lima a la medida del libro. Y varias veces has hablado del intento de muchos autores latinoamericanos por utilizar a la ciudad y al crimen como elementos esenciales de sus ficciones. ¿Aún piensas que la novela policiaca en español sigue siendo un buen mirador para pensar lo literario y lo político (la literatura y la sociedad)? Porque el otro lado de la moneda es que las novelas policíacas se conviertan en actualizaciones meramente temáticas y se descuide la forma.
-Afortunadamente el género policial ha ido más allá que sólo ofrecer visiones de realidades concretas, de sociedades minadas por la corrupción. Habrá lectores y escritores que preferirán quedarse en ese plano de lectura. No está mal, por cierto. No obstante, hay otros escritores, y creo incluirme entre ellos, para quienes el policial brinda herramientas que permiten ver el entorno de otra manera, hurgar en el ser humano, en su miseria irrefrenable.Si bien la ciudad es el espacio por excelencia en el relato policial, ya que es escenario del crimen y guarida perfecta para el criminal, sabemos que este género ha ampliado terrenos. En mi caso, por ahora tengo bastante con recrear la ciudad de Lima, que, como bien dices, trato de construirla a la medida del libro. Yo crecí en el centro de la ciudad y nunca terminé de entenderla. Me he quedado con el sabor de que algo pasó, con intuiciones. Al escribir esta novela, traté de desarrollar estas intuiciones y explorar.
-En una entrevista de hace ya varios años, hacías referencia a futuro libro de relatos: Que la tierra te sea leve como un conjunto de relatos. No sé si te referías al libro que has publicado con Bruguera, pero me parece que cada “capítulo” puede ser arrancado del libro y leído aparte, y se sostiene perfectamente. Hay muchas etiquetas para esto: tensión cuentística en cada capítulo, novela de relatos, fragmentación. A mí me parece que además de que en tu formación y en tu expresión fueron apareciendo sucesivamente el poema, el cuento y la novela, --en parte por tu propio carácter—esta es la forma que debía adoptar este texto. Si en Que la tierra… se habla de la identidad y la memoria que van siempre de la mano, éstas no avanzan linealmente, son cajas negras que contienen dentro otras cajas –aunque suene feo-- cuyo contenido se adivina pero que jamás se desvela del todo. Como si estuviera hecho el texto de voces que no cesan a pesar de sus desapariciones o de la muerte de Cesar.
-Al principio, ya hace muchos años, creí que escribiría un libro con tres relatos, todos ellos alrededor del personaje Féfer, el enano. El título ya existía para este libro. Terminé una primera versión; sin embargo, no me dejó satisfecho. Dejé dormir el texto y me dediqué a escribir mi libro de microficciones Enciclopedia mínima. Pasado un tiempo retomé Que la tierra… y me dije que lo mejor era armarlo como novela. Fundí los tres relatos y reescribí todo lo que correspondía a Féfer y su hermano. Aunque me gustaba mucho, quise dar un paso más adelante y agregué los capítulos sobre el joven escritor que busca su hermano literario. Para ello me basé en el principio de las líneas paralelas, las que, como sabemos, según la geometría euclidiana no se tocan nunca. Traté de crear correspondencias, espejos, complementariedad, etc. La fragmentación y las rupturas temporales me ayudaron mucho a esto., pues paradójicamente es a través de ese aparente caos que busco crear un nuevo espacio narrativo. Y no quise caer en el recurso de las historias paralelas que al final de la historia se unen argumentalmente. De allí que algunos lectores se queden intrigados por esta estructura. Pero para decir lo que tenía que decir, tenía que tomar riesgos.
-En tu novela, como tú mismo lo has dicho, tratas de articular asuntos como la familia, la memoria, el lenguaje y el proceso de escritura. Aquí la brevedad es ambición (lo menciono por el tópico de que los textos ambiciosos deban ser ladrillos). Pero para ti ¿Qué significa la brevedad además de las pocas páginas? Hay un interés declarado por usar en tus cuentos la estructura del haikú japonés que conoces bastante bien ¿significa lo mismo la brevedad en oriente que en occidente?
-Las formas breves de mi escritura provienen de una carencia. Desde pequeño he tendido a la dispersión y a la poca concentración. Curiosamente esta carencia me llevó a potenciar esos pocos instantes de concentración, a agudizar mis sentidos para captar en un breve lapso de tiempo lo que me rodeaba. Algo semejante les pasará a los músicos con problemas de audición, pintores con grados de ceguera, etc. De esta manera derivé en la literatura oriental, en su poesía, en los haikus, y hurgué y tomé de ellos lo que necesitaba para mi ficción. En especial asumir que la palabra, la imagen, se complementan con el silencio, con el vacío. No existe uno sin el otro. Lo mismo podría decirte de la perfección y la imperfección. Y como la perfección es divina, nuestra tarea, como seres humanos, es modelar lo imperfecto.
-Otra de las cosas que has intentado hacer es dialogar con la obra de autores peruanos como Eguren y Humareda. Aunque será difícilmente que estos autores sean reeditados para un público más amplio, ¿qué cosas significativas encuentras en ellos que te hicieron seguirlos?
-Del poeta José María Eguren me atrajo su interés por mirar lo minúsculo, el misterio de la naturaleza en lo mínimo y, a través de esta mirada, hallar una trascendencia. También me fascinó su capacidad para construir un mundo muy personal, con referentes íntimos, con la música, con la pintura, etc. Digamos que el pintor Víctor Humareda fue en el Perú el equivalente a Toulouse Lautrec. Le interesó el mundo nocturno, sórdido, de la ciudad de Lima. Y lo retrataba con una saturación de colores que los tornaba esperpénticos. Todo esto me fascinó y siempre me he sentido afín a su estética.
-Por terminar esta parte con un mal chiste ¿con quién te gustaría que te emparentaran en la literatura? ¿primo hermano de Bernhard? ¿nieto de Donoso? ¿hijo abandonado de un escritor de Haikús?
-Como el hermano menor de Ricardo Sumalavia.

SOBRE LA CREACION LITERARIA

-¿Cuáles fueron los problemas (técnicos, de inspiración, de alimentación, etc.) a los que te enfrentaste al hacer este libro? ¿Qué comentarios de amigos recibiste y cuál es tu propia lectura de ese libro ahora?
-Creo que el más anecdótico fue el libro Habitaciones. Yo pertenecía a un grupo literario, el grupo Centeno, y en sus sesiones sabatinas empecé a leer cuentos breves que escribía y dedicaba a cada uno de sus integrantes. Lo hice para obligarme a escribir. Además, por esa época leía mucho a los escritores latinoamericanos de los 70 y 80. Quise aprender de ellos. Lo curioso es que mientras más quería parecerme a ellos, más distinto era lo que escribía. De pronto asumí que esos cuentos iban desarrollando una voz en común, un tono personal. Claro, el descubrirlo me asustó y no volví a escribir un cuento por medio año. Luego, de un modo natural, volví a escribir, a seguir con la serie de cuentos teniendo en mente armar un libro. Los comentarios se dieron cada sábado entre los amigos de este grupo.Ya han pasado quince años desde la publicación de ese libro y, la verdad, sigo igual de entusiasmado con él, como si recién lo hubiera publicado.--¿Puedes referirte a tu formación literaria y extraliteraria (canciones, libros, talleres, consejos de amigos, experiencias? Y a lo que has ido aprendiendo de otros lenguajes (pintura, arquitectura, comics, cine, música, publicidad?Durante varios años mi formación literaria estuvo alrededor del Grupo Centeno, grupo disidente de un taller de escritura, y allí hice grandes amistades. Una de ellas fue Iván Thays, pues además con él asistíamos y compartíamos clases en la misma universidad y éramos casi vecinos. Gracias a que él siempre ha sido un comprador compulsivo (y con buen gusto), pude leer muchos libros de su biblioteca y prestado discos y conversar muchísimo. Por esa misma época hicimos amistad con otro escritor que apreciamos mucho: Carlos Calderón Fajardo. De hecho, hablo de él en mi novela. Su amistad y su literatura han sido fundamentales en mi formación.
-¿Qué autores se te han caído del pedestal y por quienes de los que han escrito en los últimos cincuenta años apuestas para perdurar?
-Por suerte, todos siguen en su pedestal. Quizás ya no los visito como antes, pero me quedo con el recuerdo de sus lecturas. Y apostar por alguien no es algo que atraiga demasiado, pues “perdurar” es un premio para quién? Para el escritor? Para el lector? Me quedo en este espantoso presente.
-¿Con quienes te gustaría que se te emparentara? ¿Con qué parte de la tradición en español en general y de la peruana en particular has intentado dialogar en tus libros?
-Como cuentista, me gustaría sentirme cerca de Onetti, Bruno Schulz, y mucos otros. Entre mis escritores de cuentos peruanos me gusta la proximidad con Luis Loayza, Alfredo Bryce, Guillermo Niño de Guzmán, Alonso Cueto, Carlos Calderón Fajardo, Ampuero, Thays, Iwasaki, Prochazka.--¿Qué consejo(s) práctico (hacer sentadillas, leerse este o aquel libro, copiar a mano tal texto,) ofreces para autores principiantes, en activo o en retirada? --Creo que uno de los mejores consejos a los autores principiantes es, mientras escriben, olvidarse absolutamente de todo lo que rodea al libro como objeto, como producto. Parece un consejo muy simple, pero creo que leeríamos mejores libros si se tuviera en cuenta.

En: La Sala de Interrogatorios

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